Todos los días, cuando el sol hacía brillar las gotas de rocío depositadas en sus flores, el amaranto le decía al rosal: - ¡Qué maravillosa flor es la rosa! No me extraña que con tu fragancia y hermosa presencia todo el mundo quiera estar a tu lado.
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Unos halagos a los que el rosal contestó de la siguiente manera:- Todo lo que dices sobre mis flores, es cierto amigo amaranto, pero son tan efímeras que apenas tengo tiempo de encariñarme con ellas. De hecho, aunque mis rosas sean cortadas por la mano de algún jardinero para servir de adorno, estas también pierden su hermosura en muy pocos días. En cambio tú, no tienes que preocuparte por esas cosas, ya que tus flores nunca pierden su color y tus hojas lucen siempre tan brillantes, que da la impresión de que todos los días renaces.
MORALEJA
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En lugar de envidiar a otros, es mejor que nos demos cuenta de nuestras propias virtudes
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Nunca leei algo como esto me hiso llora🎅😍
ResponderEliminarY cuál refrán le quedaria
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