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Al verlo de así, el lobo se puso muy contento. Sin perder ni un solo minuto, se acercó hasta el asno, el cual le dijo cuanto estuvo a su altura:- ¡Hoy es mi día de suerte! ¡Al fin hallo a alguien para echarme una mano!
- ¿En qué puedo ayudarte asno? –Preguntó el lobo-
- Hace un rato he sentido como si algo se me hubiera clavado en el talón y no llego hasta ahí para quitármelo. ¿Me lo podrías quitar tú?
Accedió a ayudarle el lobo, ya que, parecía lo suficientemente débil para que sin la espina del talón, pudiera comérselo sin problemas.
- Alza la pata amigo asno –dijo el lobo de forma muy ladina- para que pueda ver mejor la zona. - Está bien, pero deberás acercarte más ya que desde esa distancia no creo que seas capaz de ver nada. El incauto lobo, haciendo caso de las palabras del asno, se acercó tanto a su parte trasera, que este pudo darle una sonora coz en toda la boca, dejando al lobo tirado en el suelo sin un solo diente.
MORALEJA
Nunca te fíes de las apariencias, pues estas a menudo son engañosas.
Excelente me ayudo mucho en mi trabajo
ResponderEliminarExelente me ayudo mucho en mi trabajo
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