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- ¿Quién te has creído que eres insignificante bichejo, para estar picándome por todo mi cuerpo y no dejarme disfrutar tranquilamente de una merecida siesta?.
Contestó la pulga:- Discúlpeme usted querido señor, no deseaba perturbarle de ninguna manera; le pido que me deje seguir viviendo, ya que por mi pequeño tamaño no puedo llegar a causarle a alguien tan grande como usted un gran perjuicio. El hombre, riendo a mandíbula batida las ocurrencias de la pulga, le dijo:
- Lo siento pequeña, pero no puedo hacer otra cosa que acabar contigo para siempre, ya que no deseo que no tengo ningún motivo para seguir aguantando tus picaduras, por muy grande o pequeño que pueda ser el perjuicio que me causes.
MORALEJA

Nuevo cuento: El caballo y el soldado
Todo aquel que le hace daño a otra persona, debe estar dispuesto a afrontar las consecuencias

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