Los habitantes del pueblo se reunieron para jalear a la comitiva y al paso de ésta, los transeúntes se quedaban con la boca abierta mirando aquel enorme y voluminoso animal con admiración .Todos, menos un ratoncillo diminuto, que en lugar de admirarlo, se burlaba de su pausada marcha.
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“Como si el ocupar más espacio nos hiciera más o menos importantes” – dijo el ratón- “¿Qué admiran tanto? ¿Ese corpachón que amedrenta a los niños? Tan menudos como somos, los ratones no nos tenemos por menos que ningún elefante”Decía esto el ratón cuando de repente, el gato de la sultana lo vio y saltó desde el lomo del elefante para devorarlo en un abrir y cerrar de ojos. De esta forma quedó demostrado a las claras que un ratón no es igual que un elefante, y que la envidia no trae sino malas consecuencias.
MORALEJA

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Envidiar al que es mejor te revela como su inferior

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