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Tuvo lugar la boda finalmente y llevaron a la novia a casa del marido. Como era costumbre prepararon la cena a los novios, les pusieron la mesa y los dejaron solos en su casa hasta el día siguiente. En cuanto quedaron solos se sentaron a la mesa, y antes que ella pudiera decir nada, miró el novio a su alrededor y vio a un perro, a quien se dirigió de malas maneras
“¡Perro, danos agua a las manos!”Como es normal el perro no lo hizo y el novio cada vez más enojado, siguió insistiendo en que les diese agua a las manos. Entonces se levantó muy enfadado, y dirigiéndose al animal, le cortó la cabeza. La misma maniobra hizo luego con un gato y un caballo, y como quiera que estos tampoco le obedecieron sufrieron el mismo final.
Furioso y lleno de sangre volvió el marido a la mesa, jurando que si en esa casa alguien más osaba desobedecerle, su cabeza terminaría rodando también por el suelo. Entonces volvió los ojos hacia su mujer y con la espada en la mano:
“Levántate y dame agua a las manos”
La mujer, que ya se veía decapitada, se levantó rauda y veloz y le dio agua a las manos. A la mañana del día siguiente fueron los parientes a la casa y al no oír ruido alguno, temieron que el novio estuviera muerto o herido.. Pero cuando la novia les vio acercarse les dijo con gran temor:
“Silencio, que mi marido duerme! Callad, y no hagáis ruido que si no moriremos todos!”
Cuando el suegro habló con el novio y este le explicó como había logrado domar a su hija, quiso este obrar del mismo modo y mató a un gallo que no le obedecía. Pero su mujer le dijo:
“Tarde te has acordado, pues ya de nada te valdrá matar cien gallos; ahora que te conozco”
MORALEJA

Si al principio no te muestras como eres, no podrás hacerlo cuando tú quisieres
