“Venid conmigo al templo del famoso oráculo que todo lo sabe y saldremos de dudas. Allí averiguaremos quien es el ladrón”
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Hacia la casa de Dios se encaminó el labrador con los jornaleros, pero antes de entrar se encontraban lavándose los pies como era rito en aquella época. Entonces escucharon los gritos del pregonero que anunciaba que las alhajas del templo habían sido robadas y que se ofrecía una fuerte recompensa en monedas de plata para quien denunciase a los ladrones.“Compañeros” –dijo el labrador- “mejor será que volvamos puesto que nada aquí podremos hacer. Porque si este Dios no sabe quién le ha robado en el templo sus propias joyas difícilmente va a decirnos quien ha sido la persona que se ha llevado mi azadón”
MORALEJA

De lo que no es capaz el poderoso, menos lo es el menesteroso
