>
Pasó el tiempo, y el cuervo continuaba tratando de parecerse al cisne. No solo tomaba su baño cada día en las aguas del lago, sino que limpiaba sus plumas incansablemente lo mejor que podía intentando cambiar su color, pero por más esfuerzo que ponía en esta tarea, no lograba resultado alguno y ni siquiera conseguía que sus plumas lucieran un poco más claras que antes.Tanto se obsesionó el cuervo con este deseo que pasaban los días y hasta se olvidó de buscar alimento para sí mismo. A tal punto que al cabo de unas semanas terminó por morir de hambre, eso sí, con su plumaje tan negro como siempre lo tuvo.
MORALEJA

Ver también: La víbora y la lima
Por más que tus hábitos trates de variar, tu naturaleza no podrás alterar

Ver también: La víbora y la lima