Tras horas hablando de una enorme cantidad de temas, la golondrina le animó a que probara a realizar de la misma manera que ella lo hacía todos los años, su nido bajo los aleros de las casa habitadas por los hombres.
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Mirándola de arriba abajo y midiendo muy bien sus palabras para no ofender a su nueva amiga, el ruiseñor le dijo:-Dichosa tú que puedes vivir entre los hombres sin ningún tipo de temor. Me encantaría poder ser tan confiado como tú, pero los ruiseñores, a pesar de nuestro melodioso canto, nunca hemos sido tan bien recibidos en las casas de los humanos como vosotras las golondrinas. Es por eso, que a los de mi especie les gusta más hacer sus nidos en lugares más apartados, a los que los hombres no puedan tener fácil acceso.
MORALEJA
Todo lo que se recibe, queda atado en nuestra memoria junto a los acontecimientos que los rodearon
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