- Querida zorra, ya ves que estoy tan enfermo que no puedo moverme para cazar una buena pieza. Si tú pudieras atraer hacia mi cueva a un ciervo, te estaría enormemente agradecido. Se fue la zorra de la cueva y a muy pocos metros se topó con un hermoso ciervo. Se aproximó hasta él y le dijo:
- Felicidades ciervo, el león me ha comunicado que durante la enfermedad que le aqueja, tú eres el animal más adecuado para sustituirle. Antes de hacerlo oficial, me ha pedido que te lleve a su cueva para que pueda darte algunos consejos. Cuando ambos estuvieron dentro de la cueva, el león dio un gran salto sobre el ciervo, llegando solo a rozarle una de sus orejas. Al sentir peligrar su vida, el ciervo salió corriendo hacia el bosque.
Lamentándose por la pérdida de su presa, el león instó a la zorra a que volviera a traer al ciervo al mismo lugar. Cuando el animal la vio llegar, la miró con odio y exclamó:
-Maldita zorra embustera. ¿Cómo te has atrevido a engañarme con esa sarta de mentiras? -Ningún embuste había en mis palabras. El león, al acercarse tanto, no quería comerte, solo deseaba relevarte los nombres en secreto de las personas en las que debes confiar durante su mandato. Si no quieres que otro sea el rey, vuelve conmigo y muéstrale tu arrepentimiento al león.
Seducido por la palabrería de la zorra volvió a la cueva del león. Nada más entrar por la puerta, este se abalanzó sobre él, comiéndose su carne con avidez. Tan ocupado estaba, que no se dio cuenta de que la zorra le robaba el corazón para saciar su hambre. Cuando le preguntó que hacía con él, la zorra contestó:
-Ese ciervo tonto no tenía eso que buscas con tanta ansia. ¿Podría tener corazón un ciervo que es capaz de ser engañado dos veces para ser devorado por un león?
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