El pavo real y la grulla

Había una vez un pavo real que se sentía muy ufano con su plumaje, el cual mostraba tantos colores y formas que en verdad resultaba una auténtica delicia de contemplar. Un día invitó a comer a su amiga la grulla, que aunque no gozaba de su belleza sí era muy simpática y lista.

A los postres, el pavo real y la grulla comenzaron a discutir acerca de las cualidades que adornaban a cada uno de ellos. “¿Acaso crees que mi belleza e imponente presencia puede ser igualada por algún otro animal? -decía el pavo-Cuando abro mi maravillosa cola el mundo se para de admiración”.
No te lo discuto, pero en cambio careces del privilegio de volar que yo poseo ¿O acaso puedes tú contemplar las maravillas de la tierra desde las alturas como yo hago? -replicó la grulla:

Tienes razón y en verdad somos tontos por discutir estas cosas. Cada cual uno tiene cualidades dignas de admiración, lo que ocurre es que nunca estamos conformes con los dones que la naturaleza nos ha otorgado.

Desde luego, vecino. Mejor sería si en vez de discutir nos alabáramos. Así mejoraría nuestra estima y no crearíamos tensiones por discusiones que no tienen razón de ser.

Desde entonces, el pavo real y la grulla nunca rivalizaron por temas banales y se condujeron siempre con humildad.

MORALEJA
No creas tener razones para el lamento, porque Dios da a cada uno su talento
El pavo real y la grulla
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