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El esquilador que siempre llevaba a cabo esa tarea había caído gravemente enfermo, por lo que los pastores tuvieron que buscar ese año a otro que se encargase. Se presentó allí un hombre diciendo ser esquilador de profesión y tener las herramientas necesarias por lo que, como tampoco conocían a ninguno más, aceptaron hacerle el encargo de afeitar a sus ovejas.Comenzó el hombre a trabajar con los rebaños y no hacía sino dejar a las ovejas maltrechas por la poca pericia que demostraba realizando aquel trabajo. Después de que muchas de ellas pasaran por sus manos y acabaran llenas de heridas le tocó el turno a una que tenía por costumbre no callarse. Y así, cuando el hombre comenzó a esquilarla de tan malas maneras, la oveja se dirigió a él para decirle:
“Si lo que deseas es mi lana trata de rasurar un poco más arriba, pero si lo que anhelas es mi carne, mátame de una vez en lugar de andar arrancándomela poco a poco”
MORALEJA

Es del hombre obligación ejercer bien su profesión
