El cazador y los perdices

Era de mañana cuando un cazador recibió la visita por sorpresa de unas amistades y no teniendo nada preparado para almorzar, salió en busca de unas perdices que había atrapado el día anterior. Sostenía el cazador a la perdiz que había quedado atrapada en una red, cuando ésta, sabedora de cuál iba a ser su terrible destino, le dijo suplicante:

Se lo ruego buen hombre, no me mate. Le prometo que si me libera alzaré mi vuelo por estos campos y traeré con engaños a doce perdices como doce pavos de gordas, a las que guiaré hasta tus redes”:

A lo que el cazador replicó de malas maneras:

¡Cállate, ave mentirosa! Tú lo que quieres es salvar tu vida aún a costa de entregar las de tus compañeras. Con eso que me has dicho me das aún más motivo para sacrificarte, puesto que ni a tus semejantes perdonas con tal de salvar el pescuezo” Y dicho esto, la sacó de la red y se lo retorció, sirviendo luego como plato principal para sus invitados.

MORALEJA
La traición, aun soñada, es detestable más que nada
El cazador y los perdices
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