Las buenas compañias

Iban dos muchachos paseando tranquilamente por el campo cuando uno de ellos se detuvo ante un zarzal y llamando la atención de su compañero, le dijo:

Mira que rosa más bella y extraña nace entre estas piedras. ¿Viste alguna vez una flor parecida a esta?

“¿Acaso estás ciego?” –replicó este- “¿O es que no ves que se trata de un vulgar cardo? ¿Cómo es posible que alabes la belleza de una rosa que no es tal?

El primer muchacho, confundido, y reconociendo su error, le contestó:

Tienes razón. Torpe de mí que he confundido a la más bella de las flores con un triste rastrojo. ¡Pero es que su aroma me llevó a engaño, porque huele como una rosa!

Su compañero, sin embargo, razonó el motivo de su confusión

Disculpo tu error, querido amigo, y lo entiendo, puesto que este cardo estuvo un día junto a una rosa y por eso conserva su aroma. Y así es en general con todas las cosas. Con buena compañía, hasta un cardo toma agradable perfume

MORALEJA
Quien anda con buenos termina por parecer uno de ellos
Las buenas compañías  Fabulas infantiles
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