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Hambriento como estaba, y débil por la falta de alimento, decidió el león que era mejor servirse de la astucia para conseguir su objetivo, ya que la fuerza no podía en esta ocasión servir a sus propósitos.Así pues, se acercó el león a la cabra, que lo observaba desde lo alto de una roca y le dijo:
“Amiga cabra, no corras más, que no te sigo para devorarte, sino para invitarte a que vengas conmigo al prado. Allí puedes pastar con tranquilidad y sin poner tu vida en riesgo saltando entre estas escarpadas montañas” A lo que la cabra, precavida, repuso:
“Tiene razón, señor león, en el prado se hallan hierbas más frescas, deliciosas y abundantes que en el monte, así que allí iré a pastar. Pero no antes de que usted se haya marchado bien lejos y yo me encuentre a salvo de sus fauces”
MORALEJA
Nuevo cuento corto: El asno vestido con piel de león
Si escuchas de tu enemigo consejo, terminará por costarte el pellejo
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