El caminante y la mula de alquiler

Con la barriga llena de paja y cebada, la mula que había alquilado un caminante, comenzó a correr por el camino con renovadas energías. Tan rápido corría el animal, que el hombre apenas era capaz de aminorar la marcha.

Feliz por este inesperado suceso, comenzó a pensar en todo lo que podría hacer con el tiempo libre que esta rápida marcha le iba a proporcionar. Mientras seguía trazando planes, la mula comenzó a ir cada vez más lenta.

Sorprendido por este súbito desfallecimiento de la mula de alquiler, intentó que su compañera, recuperara el buen ritmo con el que salió de la posada.

Por más que la imprecó, espoleó y utilizó los métodos más diversos para hacer que la mula cambiara de ritmo, el animal no solo fue caminando cada vez más y más lento, sino que además le lanzaba coces y mordiscos para que cejara en su empeño.

Harto de no conseguir ningún tipo de resultado, se bajó de su montura, maldiciendo una y otra vez el mal ojo que había tenido al elegir a su compañera de viaje.


MORALEJA
El caminante y la mula de alquiler

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