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Cuando se encontraba a su lado, extendió una de sus patas hacia delante, rasgando las cuerdas con su casco, tal y como el pequeño pastorcillo solía hacer. Casi instantáneamente surgió de la lira un sonido tan melodioso, que el asno no pudo evitar exclamar:- Que instrumento tan encantador. Es una pena que alguien como yo, no esté capacitado para poder hacer con ella las mismas melodías con las que el pastor nos deleita cada día. Mejor que me aparte de ella, no vaya a ser que con mi fuerza, la haga pedazos sin darme cuenta.
MORALEJA
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