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Lleno de dolor, soltó al ingrato alacrán, cayendo este de nuevo en el agua. A pesar de su reprobable comportamiento, el maestro volvió a intentarlo salvar, obteniendo la misma respuesta por su parte.Al ver a su maestro sufriendo de tal manera, uno de sus discípulos se acercó hasta él y le dijo:
- Disculpe que me entrometa en sus asuntos maestro, pero… ¿es que no ve que cada vez que intente sacar a ese animal, este le va a propinar un nuevo picotazo?
- No tienes que disculparte mi querido discípulo. Ya sé que parezco un poco tonto, pero no puedo evitar desear ayudarle a salir del estanque. Nada más terminar de decir esto, buscó una hoja lo suficientemente grande como para que aguantara el peso del alacrán y la puso en el agua para que se subiera y no le picara nunca más.
MORALEJA
Agradece siempre las cosas que otros hacen para ayudarte
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