Pasaron las semanas y la becerra estaba cada día más y más hermosa. Una soleada mañana, en la que se celebraba la fiesta religiosa más importante del año, dejaron en el interior de la cuadra al enorme buey, dejando salir al exterior a su compañera.
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Una vez estuvo fuera, le pusieron sobre su cuello una gran cuerda de colores para llevarla a caminando hasta el templo en el que iba a ser sacrificada.Viendo lo que el destino le tenía reservado a la orgullosa becerra, el buey con una enorme sonrisa que le iluminaba todo el rostro le dijo:
-Ya ves becerra porque eras cuidada con tanto mimo por nuestros dueños. ¡Te estaban engordando para que los sacerdotes pudieran aprovecharse mucho mejor de tu carne para conseguir atraer sobre nosotros el favor de los dioses!
MORALEJA
No alardees del poco trabajo que tienes, ya que nunca sabes la razón oculta que se esconde tras de sí
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