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“Oye amiga águila te quiero pedir un favor, tengo a mis tres pequeños en aquella mata , por favor no te los comas. Es que son tan hermosos, tan bellos, tan lindos y simpáticos y yo los quiero tanto...”“¿Cómo crees eso? Yo jamás haría cosa semejante. Sabes que no soy mala amiga y respetaré a tus hijos por mucho que me guste la carne.”
Se despidieron y cada una tomó una dirección. La lechuza fue en busca de grillos y el águila hacia la mata donde estaban los tres polluelos, a los que devoró.
Cuando la lechuza regresó a llevar la comida a sus hijos, notó que no estaban. Desesperada comenzó a chillar, pero ya nada podía hacer. De inmediato sospechó que había sido el águila y que eso le había pasado por hablar más de la cuenta. Años más tarde se encontraron de nuevo y la lechuza le dijo:
“Eres una desgraciada, mala amiga, ¿Cómo pudiste comerte a mis hijitos?”
A lo que el águila respondió:
“¿Yo?! ¡Yo no fui!, Los que yo me comí fueron unos bichos feos y ojones, eran horribles y tú me dijiste que tus hijos eran hermosos y lindos así que yo nunca pude imaginar que fueran tus polluelos y me los comí.”
“Eres una mentirosa, esos eran mis hijos, ¿o es que acaso no sabes que para una madre no hay hijos feos? “
Y en terminando estas palabras la lechuza y el águila se pelearon hasta quedar las dos casi muertas.
MORALEJA

La prudencia es una bendición que te protege frente a la traición
