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Pero tanto comió la zorra y tan hinchado quedó su vientre después de darse semejante atracón, que cuando trató de salir al exterior comprobó que no podía. Entonces la zorra comenzó a gemir y lamentarse de su mala suerte:“Entré en este agujero para saciar mi hambre y ahora moriré encerrada aquí por esa misma razón”
Pasó por allí otra zorra, y al escuchar sus lamentos se acercó para preguntarle qué le sucedía. Al escuchar sus explicaciones no pudo menos que reír y le dijo:
“¿Esa es toda tu congoja?¡Pues entonces puedes estar tranquila, hermana, porque cuando tu tripa baje y vuelvas a tener tu forma original ,seguro que podrás salir fácilmente de ese agujero!”
MORALEJA

Nueva fabula infantil: Las zorras a la orilla del rio Meandro
La paciencia es de esas cualidades, que suele resolver muchas dificultades

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