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Su compañera trató de tranquilizarla quitando importancia a aquel episodio“¿Qué nos importan a nosotros las disputas de esas bestias que no pertenecen a nuestra especie? No creo que haya razón para albergar ningún temor”
Pero la primera rana, adelantándose a los acontecimientos, respondió:
“El perdedor de la contienda tendrá que buscar refugio en otras tierras, que bien podrían ser las nuestras, y en ese caso, ese tremendo animal podría aplastarnos con su peso. Ya ves, amiga, que su disputa sí nos afecta y hasta podría terminar por costarnos la vida”
Desgraciadamente para ellas, los temores de la rana resultaron justificados, puesto que, terminada la lucha, el toro perdedor se trasladó a sus tierras, y en su camino aplastó y mató a muchas de las ranas que allí vivían.
MORALEJA
Cuando el poderoso entra en reyerta, el débil permanece alerta