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“¿Qué te ocurre? Eres joven , eres fuerte. No sufres ninguna enfermedad y nada te impide trabajar .¿Por qué estás aquí sentada pidiendo?”La liebre no supo dar respuesta y desde entonces las gentes del pueblo dejaron de ayudarla al comprender su engaño. Cuando la liebre ya no pudo asegurar su sustento, no le quedó más remedio que ir de puerta en puerta buscando un empleo con el que poder subsistir, pero ya nadie confiaba en ella por perezosa y por falsa.
Tras muchas calamidades, la liebre encontró al fin un trabajo que le permitió vivir dignamente, y desde ese día, se prometió nunca más volver a mendigar ni engañar a los demás.
MORALEJA
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La pereza no es pobreza, pero es por donde empieza
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