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El tiempo pasó y los lobeznos, bien alimentados y cuidados por el pastorcillo, fueron creciendo y haciéndose fuertes, hasta convertirse en lobos hechos y derechos. Pero según pasaban los días, el pastor iba notando que su rebaño era menor y que las ovejas desaparecían sin explicación ninguna.Un día, cuando ya eran escasas y podía divisarlas todas de un golpe de vista, descubrió la razón que había detrás de aquel misterio. Los lobos, ya adultos, devoraban las ovejas que se les había encomendado cuidar.
Cuando el chico comprendió su tremendo error, se lamentó con amargura por su poco conocimiento:
“Ay, necio de mí, que conmovido por la ternura de su pequeño tamaño metí al enemigo en casa, sin tener en cuenta su naturaleza”
MORALEJA
Si crías cuervos, te dejarán tuerto