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Llena de furia, la raposa puso debajo del árbol donde estaba el nido del águila un montón de paja, y sin demora le prendió fuego. Pronto el humo y las llamas alcanzarían hasta el nido, con lo cual, temiendo el águila por sus pichones, se vio obligada a devolver los hijos de la raposa sanas y salvas, y sin hacerles daño.
MORALEJA
No hagamos mal a los débiles por temor a la venganza;
pues hasta el más débil si se le irrita, puede hacer daño
de muchos modos
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