La idea consistía en poner las redes de tal manera que el agua no fuera capaz de atravesarlas, dejando al río sin la corriente que permitía a los peces escapar con facilidad.
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Para que este invento fuera mucho más efectivo, el pescador sujetó a uno de los extremos una cuerda de cáñamo, de la que pendía una piedra, con la que iba golpeando el agua.- De esta manera-pensaba el pescador-los peces se volverán locos y al desear escapar, se dirigirán directos hacia mi trampa.
Mientras calculaba todos los peces que iba a atrapar, un lugareño que por allí pasaba le reprendió de esta manera:
- ¿Por qué estás ensuciando el agua del río y nos envías al pueblo el agua llena de cieno?
Contesto el pescador:
- Siento causaros molestia, pero si no hago que las aguas tengan este color, seguiré siendo tan pobre como hasta ahora y no tendré nada que poder llevarme a la boca.
MORALEJA
No dañes a los demás, por intentar conseguir tus objetivos.
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