Un buen día, aquel gallinero en el que se respiraba paz y la felicidad se vio alterado por la llegada de un gallo que el dueño se había empeñado en traer.
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Y es que buena acogida hubiese tenido el gallo de no ser por haberse comportado con orgullo y altanería, tratando de hacerse el amo del gallinero. Primero expulsó al ratoncillo a picotazos y después puso a las gallinas y sus polluelos a trabajar mucho más de lo necesario.Así pues, las gallinas los polluelos y el ratoncillo se reunieron en secreto para sublevarse contra el gallo dictador y decidieron untar con pegamento un palo al que se encaramaba el gallo todas las mañanas para lanzar al viento su kikirikí. El plan funcionó y al día siguiente, cuando el gallo subió al palo, quedó allí atrapado por el ungüento. Todos los habitantes de aquel gallinero pudieron volver a su feliz vida de antaño, y con el paso de los días, tras pasar varias noches al fresco, el gallo comprendió que había obrado mal y pidió perdón a todos.
MORALEJA
Allí a donde fueres, haz lo que vieres