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Muy sorprendido, el niño hizo la prueba con otros objetos y comprobó que cualquier cosa que mirara a través de aquella lupa se agrandaba pero ya no volvía a su tamaño original.Entonces al niño se le ocurrió que utilizando la lupa con aquellas chuches, dulces y golosinas que tanto le gustaban, podría hacerlas más grandes. Así lo hizo, y con ayuda de la lupa las hizo gigantescas pegándose después un buen atracón hasta que ya no pudo más.
A la mañana siguiente, se despertó con un enorme dolor de tripa y tuvo que ir al doctor, quien le diagnosticó un empacho, el mayor que había visto nunca.
Desde ese día el niño ya no quiso oír hablar de grandes cantidades de comida, lo que puso muy contentos a sus papás, que gracias a su glotonería, ahora tenían la despensa llena. Además el niño dejó de ser un glotón que sólo comía golosinas y dulces, porque había aprendido la lección.
MORALEJA
Es la gula un feo pecado que debe ser evitado