Tenía el mismo hombre un gallo, pero éste, al contrario que el halcón, cada vez que veía a su amo corría y se alejaba de él, sin dejarse hacer ningún tipo de carantoñas.
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Viendo esto, el halcón se dirigió un día al gallo con estas palabras:“Jamás ví una especie tan desagradecida como vosotros los gallos, que rechazáis la compañía del amo y sólo os acercáis a él cuando os ofrece comida. Nosotros, los halcones, siendo como somos pájaros salvajes y teniendo un vuelo más rápido que el vuestro, no huimos de los hombres, sino que nos posamos en sus manos cuando nos hablan y tenemos siempre presente que nos proveen de alimento” “Qué fácil es hablar, amigo halcón” respondió el gallo. “Vosotros tenéis una buena razón para no huir de los hombres: nunca habéis visto un halcón asado. Pero te aseguro que la nuestra es mejor, puesto que cada día vemos un gallo en el horno”
MORALEJA
Antes de al prójimo juzgar, en sus zapatos has de andar