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Al día siguiente, la mujer del granjero volvió a encontrar otro huevo de oro puesto por la misma gallina y de nuevo se felicitaron por su buena suerte.Pasaron las semanas y cada día la gallina seguía ofreciéndoles aquel regalo, con lo que el granjero y su esposa pudieron comprar más tierras y más vacas.
Ambos, convencidos de que la gallina debía contener un buen número de huevos de oro en su interior, pensaron que si en lugar de esperar a que cada día pusiera uno.
Pero la avaricio les ganó y por la ambición pensaron que abriendole el pecho podrían tomar todo el oro y disfrutar de aquellas riquezas de inmediato y sin esperar nada.
Mas su sorpresa vino cuando, al matar a la gallina y abrirla, vieron que no era distinta de cualquier otra, y que lejos de encontrar oro, todo lo que de allí sacaron fueron sus vísceras.
“Oh señor, tú me diste sustento y riqueza para el resto de mis días y la avaricia ha sido mi castigo”
MORALEJA
Nuevo cuento infantil a leer: La gallina y el diamante
No rompas el saco por tu avaricia ni te dejes llevar por la codicia
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