La encina y la caña

Estaba la encina discutiendo con la caña acerca de su resistencia y se burlaba de ella menospreciándola por su naturaleza:

Eres débil, y a la más mínima brisa te doblas. Deberías aprender de mí que soy firme y no me inclino ante nadie. Al contrario, me mantengo erguido y me alzo hacia el cielo orgulloso
Tienes razón en que me inclino y me doblo, pero por eso los vientos no son tan peligrosos para mí. Gracias a ello no me quiebro. Hasta el día de hoy has podido resistir sus fuertes ráfagas, pero nadie puede asegurar que vayas a tener un final dichoso”- replicó la caña.

Mantenían esta conversación cuando de repente comenzó a levantarse una brisa cada vez más fuerte. Al poco aquella brisa tornó en viento huracanado que silbaba furioso y arrasaba con todo a su paso.

La caña se dobló hasta casi tocar el suelo, y de ese modo consiguió ofrecer menor resistencia, pero la encina se enfrentó al viento, y éste, enemigo poderoso, golpeó con fuerza sobre su tronco hasta hacer que sus raíces se separasen del suelo.

MORALEJA
Cuando la adversidad embiste, el soberbio cae y el humilde resiste
La encina y la caña
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